La Censura en Hollywood
Parte II
Por Alicia Torres
Todos hemos tenido el placer culposo de hojear un tabloide amarillista para leer los chismes de las celebridades - el Hollywood de los años 20’s estaba lleno de escándalos desde acusaciones de violación sin fundamento, homicidios involuntarios y asesinatos con tintes homosexuales, la meca del cine se ahogaba en sus propios escándalos y alguien tenía que hacer algo para mantener la intervención del gobierno lo más lejos posible. Entonces los estudios se unieron para formar The Motion Picture Producers and Distributors of América (MPPDA) y acudieron a un agente interno de Washington, llamado William H. Hays.
La tarea del Señor Hays era muy sencilla, el recibía unos nada despreciables $150,000 USD al año para aliviar la presión entre Hollywood y Washington, abogando por los intereses de los estudios. ¿cómo? En 1927, formó un comité junto con las cabezas de los estudios, para elaborar una lista de “No’s y Tener cuidado con”, basada en los artículos comunmente censurados por los comités de censura locales, incluían 11 temas completamente tabú y 25 que debían tratarse con suma delicadeza.
La lista duró poco. La cuestión de la censura en Hollywood causó estragos, pero la industria se alimentaba ahora de una nueva tecnología cinematográfica: El Sonido. El sonido en el cine atrajo nuevas audiencias, incluyendo a niños pequeños y también marcó el comienzo de un ciclo severo de violento realismo que provocó otra protesta de un público cada vez más notorio.
Entonces, la MPPDA emitió la declaración de una política llamada “The Motion Picture Production Code” más conocido como el famoso Código Hays. La consecuencia de este código fue el establecimiento de un pequeño jurado para que revisara el contenido de las películas, pero seguía siendo solamente un código en papel y mucha gente no lo tomaba en cuenta.
Fue cuando los Arzobispos Americanos de la Iglesia Católica Romana organizaron la Legión de la Decencia en 1934, quienes por supuesto se preocupaban más por los temas tabús y mal vistos por la sociedad puritana y tenían como apoyo a organizaciones Protestantes y Judías, entonces se dió ¡el acabóse! Boicot total a películas que ellos consideraban inaceptables.
Hollywood estaba en crisis aún tratando de superar las pérdidas de 1933 debidas por la gran depresión, tenían que hacer algo o morir en el intento. La oficina de Hays autorizó el Código de Producción Administrativo (PCA por sus siglas en inglés) con Joseph I. Breen a la cabeza. Podríamos dedicarle todo un artículo a este recalcitrante católico irlandes, pero para que se den una idea de quien era este señor, en una carta dirigida al sacerdote Jesuita y entonces editor de America el Reverendo Wilfrid Parsons, Breen escribió que Hollywood consistía en “un grupo de gente podrida y vil sin respeto a nada más que a la producción de dinero. Aquí tenemos Paganismo rampante y en su forma más virulienta. Ebriedad y libertinaje son comunes. La perversión sexual es rampante… cualquier número de nuestros directores y estrellas son pervertidos. 95% de estos sujetos son Judíos o tienen linaje de Europa del Este. Son, probablemente, la escoria de la tierra”
La MPPDA estuvo de acuerdo en mostrar películas moralmente adecuadas y que tuvieran el sello de la PCA. Breen hizo muy bien su trabajo: escenas de pasión fueron prohibidas, las películas tenían que defender la santidad del matrimonio, ni hablar de relaciones homosexuales, adulterio, seducción y violación, estos solo debían ser sugeridos y nada más si eran absolutamente necesarios para la trama y claro, estas conductas mal habidas debían ser castigadas al final de la película. Blasfemia, implicaciones de prostitución, adicción a las drogas, desnudos, bailes sexuales sugestivos y disfraces fueron prohibidos. El cine se convirtió en la ventana de una sociedad hipócrita que quería ocultar sus propios problemas sociales.
La violencia era otro tema igual de censurado, que esperanzas que se mostrara una ametralladora, que se detallara un crimen o presentaran armas ilegales. La policía jamás debía ser mostrada vencida por los criminales y el crimen debía ser castigado al final.
Pero, ¿Por qué los estudios aceptaron esta censura draconiana?
En pocas palabras por que no tenían de otra, se mantenían lejos del control de Washington, sofocaban los miedos de grupos religiosos que amenazaban con boicots y consiguieron un método simple y eficiente de seguir haciendo cine: las historias iban siempre hacia donde mismo, el amor terminaba en matrimonio y el crimen terminaba en castigo, una fórmula que hasta la fecha sigue siendo útil para producir cine en masa.
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