VENECIA.- El cineasta surcoreano Kim Ki-Duk lanzó en Venecia un alegato contra la censura en el cine, que en su país le ha obligado a recortar casi tres minutos de metraje de su último trabajo “Moebius”, que en la Mostra se ha podido ver entero y que ahonda en la violencia tan característica de sus películas.
“La versión original de este filme no podrá ser nunca mostrada en Corea”, afirmó hoy el realizador en rueda de prensa tras la primera proyección de una dura película cuya historia comienza con una mujer que intenta cortar el pene a su marido infiel y, al no lograrlo, mutila a su hijo adolescente.
Una historia de amor, odio y violencia de la que tuvo que cortar casi tres minutos para lograr la aprobación de la censura de su país, que impedía su estreno al considerar que era un filme sobre el incesto.
Las leyes coreanas quieren proteger a los menores y a las personas que no tienen la suficiente madurez para entender la historia, explicó el cineasta, que aseguró que quiere respetar las normas pero no comparte el concepto de la película de los responsables de la censura de su país.
Kim Ki-duk ha aprovechado el estreno del filme en Venecia para preguntar a varias personas que lo han visto si consideran que es una historia sobre el incesto y todos han dicho que no.
“Me gustaría que en mi país observaran mi filme con la misma perspectiva”, agregó el ganador del León de Oro de la edición anterior de Venecia con “Pietá”.
La censura, agregó, es un problema importante. “No sé lo que pasará en el futuro, pero hay que hablar del tema de la censura y solucionarlo”.
Porque al tener que eliminar algunas escenas, el filme que ha estrenado en su país ya no es el que él hizo.
Y resaltó que la censura no es un problema sólo de Corea del Sur, sino de otros países, como China, donde los artistas no pueden trabajar en libertad y dejan de producir películas de gran valor, “lo que es muy malo para el cine”.
En cuanto a “Moebius”, explicó que lo que ha hecho es partir del concepto sobre el sexo que hay en la sociedad coreana. “Lo he desarrollado y llevado al extremo”.
Un filme en el que también ha llevado al extremo su gusto por la escasez de diálogos.
“Como todo el mundo sabe, los diálogos en mis filmes son siempre limitados y en este caso lo he llevado al extremo. He quitado todos los diálogos y he contado la historia del filme sin palabras”, explicó.
Una historia tan violenta como suele ser su cine y que le ha llevado a ser bastante criticado, especialmente dentro de su país.
“Amar un país no quiere decir cerrar los ojos y no plantearse ciertas cuestiones”, aseguró el realizador.
“Me critican por ser muy violento, pero creo que soy capaz de expresar el estado de salud de la sociedad y la temperatura interna de la sociedad en la que vivo”.
Porque su forma de trabajar es coger esa realidad y, a través de su mirada, transformarla en cine.
Un estilo que tiene bastante éxito en algunos países occidentales -mencionó a Rusia o Turquía-. Y, agregó, “no es porque sea cine coreano, sino porque es cine”.
“Cuento historias universales que no tienen que ver con la nacionalidad del director”, afirmó.
EFE
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