Científicos malvados que amenazan al mundo, terrícolas y extraterrestres que viajan por el espacio. Los argumentos de Hollywood suelen inquietar a la comunidad científica.
Por eso, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos tiene un departamento llamado "Intercambio entre la Ciencia y el Entretenimiento", que trata de asesorar a los cineastas.
La BBC envió al biólogo Adam Rutherford a Hollywood para que viera cómo se fusionan la precisión y la creatividad. Esto es lo que descubrió.
Cruzar la delgada línea que separa la realidad y la fantasía puede ser un desafío. Stanley Kubrick hizo un enorme esfuerzo en su película "2001 - Una Odisea del Espacio", pero a veces la realidad de la ciencia es un obstáculo para el buen fluir de la trama.
En eso coincide Brian Cox, físico del CERN, el Laboratorio Europeo de Física de Partículas, donde está el Gran Colisionador de Hadrones. Cox descubrió esa contradicción trabajando con el director Danny Boyle en la película de ciencia ficción "Sunshine", de 2007.
Para él, esa película es un gran ejemplo de cómo la precisión científica pudo haberle resultado extraña al público de "Sunshine".
"(Con Danny) conversamos sobre cómo se vería el espacio desde una nave. Pero si nos fijamos en las imágenes del Apolo se ve que no hay estrellas visibles en el cielo, sobre todo a través de la ventana de la nave espacial, porque hay luz en el interior y oscuridad exterior".
En consecuencia, Boyle intentó eso mismo: procuró que no se vieran las estrellas. Tampoco se oye ningún sonido de la nave espacial, "porque esa es otra característica de las naves, que sólo emiten un sonido tipo 'whrrrr' ".
"Todas esas características hacen que la imagen se vea rara. La nave espacial parece detenida. Así que no funciona. En el lenguaje del cine, lo que hay que representar es una nave potente que se está moviendo a través del espacio con gran rapidez. Con el fin de obtener ese efecto, hay que burlar la ciencia", dice Cox.
La más creíble
Sin embargo, hay una película que la mayoría de los científicos entrevistados mencionaron como su favorita en términos de realismo científico, a pesar de su temática mundana. Se trata de la película "Contacto", de 1997, en la que Jodie Foster interpreta a Ellie Arroway, una investigadora que busca –y encuentra- indicios de una civilización extraterrestre.
Tal vez no es tan sorprendente que sea verosímil desde el punto de vista científico, ya que fue escrita por Carl Sagan, el decano de la cosmología para una generación entera.
Arroway trabaja para el Instituto SETI –siglas en inglés para "búsqueda de inteligencia extraterrestre"- y, para desarrollar el personaje, Sagan pasó un tiempo con la científica del SETI Jill Tarter. El rumor es que el personaje de Jodie Foster en realidad es Jill Tarter.
"Carl Sagan escribió un libro sobre una mujer que hace lo que hago yo", le dijo Tarter a la BBC. "Ahí está todo, y Carl sabía muy bien cómo hacemos nuestras búsquedas en el SETI".
"Dicho esto, el personaje, creo, es básicamente el propio Carl y una amalgama de muchas otras personas, pero las experiencias que tiene el personaje de Jodie siendo una científica joven en una profesión dominada por los hombres son, de hecho, las experiencias que yo he tenido, y que un montón de mujeres han tenido".
En la película, Jodie Foster interpreta a una científica del SETI que busca una señal en el cielo nocturno. Acaba encontrándola a partir de una estrella llamada Vega.
Lo consigue al sentarse al lado del gran telescopio con los auriculares puestos y oír una sorprendente señal que se repite.
El diablo científico
Como explica Seth Shostack, astrónomo del SETI, la escena es correcta en el sentido de que Jodie utilizaba un radiotelescopio. "Es el Very Large Array de Nuevo México, que nunca se ha utilizado en el SETI pero es fotogénico y se parece al tipo de instrumento que utilizamos hoy en día".
Los productores de "Contacto" realmente creyeron que el diablo científico está en los detalles. Por eso Shostack los asesoró sobre algunos de los puntos científicos más delicados.
"Jodie Foster estaba escuchando las señales de radio. Todo eso es correcto, pero en realidad en SETI estabamos supervisando 56 millones de canales en ese momento, por lo que le dije a la Warner Brothers que era necesario ponerle a Jodie 28 millones de pares de auriculares, cosa que no hicieron.
"Dijeron que eso estropearía su peinado o algo por el estilo, así que la escena quedó un poco incorrecta. La otra cosa es que ella podía escuchar la señal procedente de Vega. Sonaba como un martillo golpeando a una ballenas, y ella podía escuchar el audio".
Sin embargo, los científicos de verdad buscan señales de banda muy estrecha, que son prácticamente inaudibles. "Pero bueno, eso es una licencia poética", concede Shostack.
BBC Mundo
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